(29/8/2014)
Estaba leyendo un trabajo del antropologo Philippe Bourgois titulado En busca de respeto: vendiendo crack en Harlem, y de repente me remitió a algunas escenas de esta película, escrita por Harmony Korine y dirigida por Larry Clark.

Bourgois cuenta que la intensión inicial de su investigación era analizar la
experiencia de la pobreza y la marginalidad étnica en el corazón de una de las
ciudades mas ricas del mundo, como es el caso de
Nueva York. Sin embargo, este objetivo preliminar logró que el investigador se sumerja en un mundo en donde la ilegalidad y la clandestinidad están ligadas a
los fenómenos que se proponía estudiar: el mundo de las drogas. De esta manera, el antropólogo convivió con vendedores de crack en Harlem y retrato sus vidas. Él sostiene que el consumo de drogas en las zonas urbanas es
solamente un síntoma de una dinámica profunda de alienación y marginalidad social. De esta manera, Bourgois toma como una de sus dimensiones de análisis
la "cultura callejera" haciendo una suerte de "descripción
densa" de la vida de los jóvenes y su relación con la clandestinidad. Así
fue como se me vinieron a la cabeza escenas "fuertes" de muchas películas que retratan estas temáticas. Sin embargo mi cabeza se detuvo en Kids particularmente, y a partir de allí empece a reflexionar...
Convengamos que no es una excelente película, profunda y fructífera. Es mas bien un retrato de un día en la vida de un grupo de
adolescentes neoyorquinos sumergidos en el mundo de las drogas, el vandalismo, el sexo y la violencia. En definitiva, es lo que tanto Larry Clark como Harmony Korine siempre buscaron retratar en sus
polémicos films: historias de vidas de adolescentes sin limites y llenas de excesos. Yo creo que buscan generar un fuerte impacto al espectador, como modo de demostrar un contexto de decadencia. Ésto también me llevo a pensar otra cuestión que considero moralmente degradante: niños con armas. No solo hay muchas películas yankees de los años '90 que tratan sobre niños
que crecen en un ámbito de clandestinidad y marginalidad que los llevan a casos
extremos de criminalidad (como en Pups o Leon, the professional), sino que
también hay casos reales de dicha envergadura que ocurrieron en distintas partes del mundo, por ejemplo en los Estados
Unidos el primer caso que trascendió a nivel mundial fue la "massacre de
Columdine" en 1999, en el que dos adolescentes menores de edad que sufrían trastornos de depresión y sociopatía llevaron a cabo un asesinato masivo en el colegio donde asistían. Casos parecidos a este tuvieron lugar en otros países, inclusive Argentina.
Para incluir una
mirada más global, como muchos sabemos, durante las décadas del '60 y '70, la juventud tuvo un gran
protagonismo en distintas partes del mundo en un contexto de creciente
globalización, ¿cierto? Siguiendo esta perspectiva, ¿podría decirse que, a fines del siglo pasado, los niños y adolescentes son los protagonistas de la nueva era por
representar casos extremos que van en contra de las normas morales socialmente establecidas? Entonces, como diría el colega Durkheim, en estos casos se podría hablar de anomia... ¿Acaso estos
comportamientos que vemos a través de consumos culturales son producto de tendencias "exclusógenas", centrífugas? ¿Rebeldía con o sin
causa? ¿Victimas o victimarios?
Las preguntas no necesariamente tienen que tener sus respectivas respuestas, sino que
creo que sirven como disparador para hacernos aun mas preguntas.
Esta conclusión no tiene absolutamente nada que ver con la investigación de Bourgois (¿o si?).
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